4 Ángeles y un tatuado.



Cabildo y Virrey del Pino. 22hs.
Ahí empezó la noche.

Siguió en Palermo. Me junté con 3 niños y nos convertimos en 4 ángeles con la mano de una ostia.

Continuó en un taxi Mojado. Era azul. Todo azul. Hasta nuestras caras eran azul.
Una radio para hacer oídos sordos e imaginar en la mente la mejor canción.
Llegamos Sarmiento 3131 y encontramos un hombre de tatuajes y los ojos finitos como una hoja al lado de un tacho de basura.
Gente. Gente linda. Con colores. Con ganas de lo mismo que nosotros. Con ganas de bailar, de aplaudir. Con ganas de entrar.
Se abrieron las puertas del Limbo.
Oídos tapados, el piso en diagonal, los pies en el cielo.
Empieza la música, empieza el shou.

Empieza la cuestión.
Como si estuvieramos en la luna bailamos a metros del piso.
La piel no era piel. Era terciopelo. El pelo era una escoba y las manos eran mi dios.
La boca húmeda, dulce y de labios gomosos de un ángel marcaron mi ritmo.
La música nos acariciaba lo que nuestras manos no podían.
Bailamos como en el orgasmo del éxtasis.
La piel en puntas de pie, siempre queriendo elevarse más.
Nos dimos cuenta que nos habíamos olvidado el odio en el taxi, sólo sentíamos placer.
Siempre queriendo más sabiendo que el otro también.
El sudor me sacó las mangas largas y me puso unas cortas.
Los labios rojos de placer querían mas sangre.

Un ángel muy flaco y alto. Otro bajito y de barba experimentaban el shou por primera vez.
Quería que se tocaran entre ellos al menos para que experimentaran lo que podían sentir y no estaban viviendo.
Traían en sus caras sonrisas de placer, de alegría: de éxtasis.
Se movían con la música adentro en las zapatillas.
Como fuera que bailaran parecía poco.
Vi sonreir al demonio. Vi tener calor al diablo.

Vi Enojados que se transformaron en Contentos.

El tatuado ya sin ojos y con su cabeza por encima del resto supervisó tener siempre todos sus ángeles volando en el mismo lugar.

Gritos que desgarraban nuestras gargantas y oídos vecinos. Mucho ¨uhhh¨ ¨vamooo¨ ¨dale juana¨.
Manos livianas que seguían algun sonido. Muñecas flojas que de repente querían bailar flamenco.

SILENCIO.

¨Qué hacemos?¨

Chau Tatuado.
TAXI: Voodoo.


Un Corte de luz me encontró en un pasillo oscuro largo con mil ángeles en el cerebro y ninguno al lado para abrazar.
Encuentro a los ángeles, los abrazo como si acabaran de renacer.

Vuelve Luz, vuelve Música. Los ángeles a volar.

De poco nos fuimos sacando las plumas y nos volvmios niños.
Bajamos al piso, nos sacamos la música de las zapatillas, mis labios no pidieron más sangre y taxi otra vez.

Puchos, agua, música, unas líneas de poesía para leer.
Y ADIOS.

A dios gracias por una noche de viernes como esta. Gracias.